Comunidad de las Revelaciones del Inmaculado Corazón de María

“Origen de la Comunidad”


“La Comunidad nació como un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica en el año 1987, Domingo de Pentecostés, día en que el Papa proclamaba el Año Mariano. No fue premeditado el día, fue casual.

Siete domingos antes del nacimiento de la Comunidad, yo -Gustavo Pardo- fui invitado a un grado de bachiller, por un vecino, allí se encontraba un conocido y sentí en el corazón que debía contarle una revelación personal que había recibido del Corazón de María, unos años atrás, sobre los símbolos del Génesis. Este vecino quedó muy interesado en conocer más sobre mi experiencia personal, mi conversión y retorno a la Iglesia; lo envié a hacer un seminario de vida en el espíritu dictado por María Olga de Serna en la casa del Señor Jesús (Bogotá-Colombia), dirigida por el Padre Lombo.

Al octavo domingo regresó el conocido, bien tocado por el Señor, me preguntó: “¿y ahora que hay que hacer?”, a lo que le respondí: “¿qué vas a hacer esta tarde?”, me respondió que se iba a reunir con unos familiares (yo le entendí que iba a reunir unos familiares); le contesté: “bueno, reúname toda la gente que quiera y tráigala”.

Aproximadamente a las 4:00 p.m. se presentaron en mi casa aproximadamente 25 personas y me pidieron que les contara la revelación de “El origen del hombre” (símbolos del Génesis). Les narré la revelación y quedaron disparados; comprendieron de donde vienen, qué hacen aquí y para donde van. Me pidieron que les dictara el seminario de vida en el espíritu, a lo cual contesté que nunca había dictado un seminario y que era la primera vez que hablaba en público a personas desconocidas sobre estas cosas, pero que les ponía un casete del seminario de vida en el espíritu durante siete domingos. Les coloqué el casette y bostezaron, no entendieron nada y me pidieron que con mis propias palabras les dictara el seminario a partir del siguiente domingo; me comprometí a aprenderme de memoria los casettes y que el próximo domingo les comenzaba a dictar el seminario.

Toda la semana oí el primer casette del seminario, lo aprendí de memoria; puse muchísimos papelitos en la Biblia y me fui a dictar el seminario a la casa de la mamá del conocido.

Cuando entré en la casa vi muchas personas desconocidas y me puse muy nervioso. Me dieron un sofá en la parte principal de la sala, para mí solo. Comencé con una pequeña y temblorosa oración, luego comencé el seminario; al buscar la primera cita halé el papelito y me quedé con el en la mano, me asusté y volteé la Biblia, se cayeron los papelitos del lado superior, volteé, se cayeron el resto. Quedé anulado…  Miré al cielo y le dije al Señor “¡hasta aquí llegué!”.  Sentí un escalofrío: algo que me llenaba y me puso como eléctrico. Comencé a hablar, el Señor ponía palabras en mi boca, las ideas eran clarísimas. El resultado: la conversión de los oyentes.

El seminario continuó por siete domingos y para nuestra sorpresa terminó el día de Pentecostés y, sin que lo supiéramos, el Papa estaba proclamando en ese día el Año Mariano. Después asistimos a varios congresos de la Renovación Carismática y en el último que asistimos, mi hijo varón, que en ese momento tenía 16 años, recibió el don de locución interior, a través del cual la Santísima Trinidad, la Virgen María y muchos Ángeles nos han dado parte de la formación.

El Señor nos entregó a la Virgen María para que Ella nos formara, y en efecto, Ella nos llevó en forma milagrosa al conocimiento de la doctrina de la Iglesia. A mí me reveló desde su Corazón de Madre muchas de las cosas que conciernen a los hombres de los misterios de Dios; en muchos de los casos la interpretación de símbolos en la Palabra de Dios, en otros, la formación doctrinal que he dado y que fue confirmada por el Catecismo de la Iglesia Católica, por los documentos Pontificios y por las enseñanzas de algunos santos: de ahí el nombre de la comunidad:
“COMUNIDAD DE LAS REVELACIONES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA”.

La Comunidad es una unión de personas reunidas por la Virgen María y unificadas por el Espíritu Santo de forma espontánea, para ser formados y formar apóstoles. Está formada por laicos católicos, comprometidos a conocer y difundir el Evangelio y la sana doctrina de la Iglesia. No es una comunidad religiosa con votos o cosa parecida, somos laicos con nuestras propias obligaciones de estado, pero ejerciendo esa obligación, como bautizados y confirmados, de evangelizar (Exhortación apostólica “Los Fieles Laicos”,  n. 30; y Catecismo de la Iglesia Católica, n. 897 a 913).

Aunque la Comunidad nació en Chía (Cundinamarca-Colombia), sus miembros pertenecían a otras parroquias y municipios. Los primeros convertidos no iban a Misa hacía muchos años y algunos no se confesaban desde el día de su primera comunión.

Desde el día que se supo de su existencia fuimos perseguidos por los que no estaban de acuerdo con las enseñanzas de la IGLESIA CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA, pues nosotros no comulgamos con las doctrinas que se oponen al Magisterio y a la sana doctrina de la Iglesia.

En el momento no existe Sede fija de la Comunidad; diría yo que está donde yo esté predicando.

Mi residencia es en Chía, pero en toda la diócesis no hay ni un grupo de la Comunidad (nadie es profeta en su tierra); sin embargo hoy en día tenemos unos sacerdotes en la Parroquia de Santa Lucía, muy buenos y sólidos en la doctrina, ¡Dios los guarde! (Santa Lucía es la parroquia a la que pertenezco como laico). No tengo vínculos pastorales con ella pues el tiempo que paso en mi residencia es muy corto y atareado. Cuando el Espíritu Santo sople no habrá quien lo resista.”

 

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